El Toqui
-Orfelio me avisó antes de casarnos que no podríamos tener hijos, pues toda nuestra vitalidad deberíamos aplicarla a salvar la Argentina.
La anciana alemana quedó pensativa, unos segundos. En Pinto sonaban ya los ruidos propios de una comunidad rural cuyos habitantes inician las tareas.
-Él tenía 43 años cuando nos encontramos. Yo 23. Fue en el kleine Burg de Ida Eichorn. Allí también conocimos al mayor Perón. Estaba el embajador de Alemania. Y el gran poeta Leopoldo Lugones. Fue una reunión excepcional.
Sonó el teléfono. Ulva Hess atendió. Durante unos cinco minutos, conversó animadamente con algún interlocutor, en alemán. Luego regresó, hacia el living donde la esperábamos con nuestro grabador.
-Disculpen. Para Alemania es mediodía ya. Mi hermano quería saber de mí. Continuemos ahora. O mejor dicho: comencemos. Comencemos con la biografía de mi venerado amigo y maestro, Orfelio Ulises Namuncurá.
La delgada mujer cambió la yerba para ofrecernos un nuevo mate.
-Orfelio nació el 16 de agosto de 1890 en La Pampa. Por la rama paterna descendía del cacique Namuncurá. Por la materna de los quilmes, una etnia diaguita.
"No era muy alto. Moreno, de cabellos suavemente ondulados, nariz aguileña. Me agradó soberanamente su mirada, apacible, marrón, la primera vez que lo vi.
"Mi padre era, oficialmente, agregado Cultural de la Embajada Alemana. En realidad, un delegado de la Sociedad de Thule. Por eso estábamos allí. No fue muy numerosa aquella reunión de 1933. Solamente las personas clave.
"Orfelio, por entonces, ya poseía el Toqui.
"Los alemanes querían poseerlo, pero nadie sabía dónde él lo tenía guardado. Mi padre me encomendó la misión sagrada de obtener esa información de Ulises. Pero terminé casándome con él..."
Por un breve lapso los ojos apenas se le humedecieron.
-Cuando Orfelio encontró el Toqui, la energía que emanaba de él fue tan potente que lo desvaneció.
"Estuvo así desde las tres de la tarde hasta la oración. Cuando volvió en sí una sensación de felicidad y plenitud lo cosquilleaba, en todo su cuerpo.
"La forma del Toqui es como la de una lanza, un poco más gruesa, completamente de piedra, tallada con gusto y sabiduría".
Tocaron el timbre.
-Disculpen -dijo Ulva y acudió a la puerta. Una chipaquera le dijo que hoy tenía moroncitos, empanadillas y pan con grasa. Ella compró dos piezas de cada variedad. Entrando y saliendo de la cocina con rapidez, puso ante nosotros una bonita bandeja florida donde, desde cuatro canastitas, se nos ofrecían aquellos manjares para acompañar el mate.
-Al único que seguimos tratando con regularidad fue a Perón -continuó la mujer. -Lugones se suicidó en el '38; mi padre regresó a la Patria para cumplir con sus obligaciones militares; los Eichorn desarrollaron un proyecto que nos alejó... Perón, en cambio, había comprendido perfectamente el propósito de Orfelio, lo suscribía y estaba dispuesto a llevarlo adelante. Este era el de una nación libre bajo la protección eterna de la Gran Hermandad de la Luz.
Pareció notar cierta perplejidad en nuestros rostros por lo que se explicó:
-Desde la creación de nuestro planeta dos grandes corporaciones de seres físicos y metafísicos pujan por su absoluto control. Una se llama Hermandad de las Tinieblas y la otra, De la Luz.
"Hace decenas de miles de años, Argentum fue Capital de la Luz. Su cultura alcanzó los más altos niveles de conocimientos y tecnologías. Con los siglos el avance de la Cultura de las Tinieblas, desde el Norte, obligó a una masiva emigración.
"Fue preciso que llegaran otras oleadas de conquistadores -esta vez desde España y Alemania-, para reiniciar un proceso que llevase a la Restauración.
"Todo se interrumpió nuevamente entre 1810 y 1820. Cuando entidades de las Tinieblas tomaron un control dictatorial sobre Argentina. Fueron inútiles los esfuerzos de unos pocos paladines de la Luz, como Liniers o Carrera: Rivadavia, Gran Maestre de las Tinieblas terminó tomando, en un momento crítico, el control.
"A partir de allí, la Argentina fue desviada hacia las Tinieblas por más de un siglo. Nosotros intentaríamos, entre 1930 y 1976, recuperar su Destino".
Repentinamente preguntó:
-¿Les molesta si pongo algo de música?
Contestamos que "no, por cierto". Entonces eligió un cassete desde la biblioteca, lo introdujo en el equipo y comenzó a sonar la suave melodía del Concerto grosso Nº 1 en sol menor, de Haendel.
-Perón trabajó correctamente desde nuestros primeros encuentros, hasta 1949. Por alguna razón, entonces comenzó a desviarse, también... parecía haber sido engañado por las Tinieblas...
"Los humanos no siempre se dan cuenta de que las Tinieblas no respetan a quienes se rinden a ellas, simplemente los utilizan, luego los tiran.
"Orfelio se desesperaba, por esos años... cada día regresaba malhumorado de sus encuentros con los funcionarios, en quienes Perón delegaba ahora sus conversaciones. Un signo inequívoco del mal rumbo que tomarían nuestros destinos fue su reticencia, cada vez mayor, a encontrarse personalmente con el Maestro.
"Hasta que por fin vino la catástrofe. Si bien ocurrió hacia 1955, Orfelio y yo habíamos cortado las relaciones con ese gobierno ya en 1953".
Esta vez se quedó silenciosa por un buen rato. Nosotros comíamos empanadilla y chipaco.
"En 1961 un gordito que dijo ser delegado personal de Perón se presentó aquí en Pinto -donde desde 1937 vivíamos- para "restablecer las relaciones", según dijo.
"Orfelio se tomó su buen tiempo para contestar. Finalmente, recién hacia 1969, aceptó.
"Fue un periodo esperanzador. Hacia junio de 1973, sin embargo, Orfelio vio que nuevamente nuestros esfuerzos iban a fracasar. Y nuevamente se retiró.
"Entonces tuvimos que pasar un periodo en Alemania. Pues Perón envió un grupo parapolicial, tratando de apoderarse del Toqui. Desvalijaron nuestra casa. Por suerte, nosotros ya habíamos viajado.
"Como ustedes saben, en 1976 las Tinieblas tomaron completamente el control en la Argentina. Irónicamente, nosotros pudimos regresar. Algunos jefes militares sabían del Toqui, pero los habían engañado, diciéndoles que estaba en manos de Perón. Centraron la búsqueda en el entorno que lo había sobrevivido, pues. Al parecer ni siquiera conocían la existencia del gran Orfelio Ulises Namuncurá.
"Mas fue tanta la pena que él sintió al ver su país completamente en las manos de las Tinieblas, que a poco de nuestro arribo, una neblinosa tarde de octubre de 1976, mi amado esposo murió".
Otra vez silencio. Después de un rato, como no habíamos apagado nuestro grabador y se dio cuenta que esperábamos más, exclamó:
-Bueno, esta historia ha terminado.
-¿Y el Toqui? -nos atrevimos entonces a preguntar.
-Aún está en su sitio -dijo ella, con una sonrisa leve-: esperando que venga a tomarlo la mano de una mujer o un hombre que lo pueda enarbolar.